Caminos hacia la sostenibilidad agrícola en matopiba
La investigación realizada por el Instituto Internacional para Sostenibilidad señala desafíos y oportunidades para la promoción de mecanismos financieros para la conservación del medio ambiente en la frontera agrícola que crece más en el país.
Con el 91% de su área cubierta por el bioma del Cerrado, la frontera agrícola de Matopiba registra tasas crecientes de conversión de vegetación nativa en áreas agrícolas, especialmente para el cultivo de soja. De 2000 a 2019, el área dedicada al grano creció 4,3 veces, representando el 23% de la producción de soja en todo el bioma del Cerrado. También hay otros 10 Mha de vegetación nativa con alta aptitud para la agricultura en riesgo de deforestación en la región. La expansión ocurre principalmente en tramos de vegetación nativa -y no sobre áreas de pastoreo-, de ahí la importancia de pensar en mecanismos financieros, políticas públicas y otras formas de incentivo que estimulen la conservación voluntaria y la reducción de la deforestación legal.
De agosto a diciembre de 2022, investigadores del Instituto Internacional para Sostenibilidad, en asociación con el Centro de Ciencias de la Conservación y Sostenibilidad de PUC-Rio, dirigidos por Fernanda Gomes, buscaron identificar factores que influyen en la toma de decisiones en el campo a partir del testimonio de 69 productores rurales de las provincias de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía. Utilizando la ciencia del comportamiento como herramienta, la investigación tiene como objetivo identificar evidencia que ayude a explicar la toma de decisiones en el campo y fomentar iniciativas que promuevan la conservación voluntaria de la vegetación nativa en la región.
Es la primera vez que la ciencia del comportamiento se utiliza en el país para investigar las motivaciones de los productores de soja para deforestar, conservar o restaurar la vegetación nativa en sus propiedades. "Entender los desafíos que enfrenta el productor es fundamental para definir los mecanismos financieros y las soluciones de innovación con mayor adherencia entre los propietarios rurales, con posibilidades de ganar escala y traer resultados", dice el director del Land Innovation Fund, Carlos E. Quintela. "El proyecto del Instituto Internacional para Sostenibilidad es una herramienta valiosa para mapear oportunidades y posibilidades para fomentar la agricultura sostenible y climáticamente inteligente en la región", agrega.
Se realizaron 40 entrevistas con 45 productores de soja, 10 por provincia, y 20 entrevistas a 24 ganaderos y/o productores de otros cultivos, 10 en zonas con aptitud para el cultivo de soja y 10 en zonas sin aptitud. De ese total, el 80% de los productores de soja entrevistados poseen propiedades de 500 a 10 mil ha. La mayoría es de la tercera generación de familias de agricultores migrantes del sur del país. Y el 50% de los ganaderos y productores de otros cultivos escuchados en esta investigación tienen propiedades de hasta 500 ha heredadas de familias originarias de la provincia donde se realizaron las entrevistas.
Lea el resumen y el informe completo en el sitio web del IIS.
PRÁTICAS SOSTENIBLES:
Todos los productores de soja encuestados afirman adoptar prácticas sostenibles en sus propiedades para lograr mejores resultados de producción, reducir costos y mejorar la calidad del suelo. Las prácticas más adoptadas son la siembra directa, la fijación biológica de nitrógeno, el uso de bioinsumos, la siembra en una curva de nivel y el manejo integrado de plagas. Para los encuestados, las barreras que aún comprometen el aumento de la adhesión a prácticas sostenibles son el costo de algunas de esas prácticas, las dificultades climáticas y logísticas comunes en la región y la falta de conocimiento técnico para la implementación del proceso.
Para Fernanda Gomes, a pesar de la alta adhesión a las prácticas sostenibles, el productor rural brasileño todavía se siente poco valorado por su papel como productor de alimentos, y estigmatizado por sectores de la sociedad que lo ven como el gran villano ambiental. "La mayoría ya adopta prácticas agrícolas sostenibles, muestra preocupación por la conservación de los recursos naturales, se da cuenta de la importancia de la vegetación nativa para la provisión de servicios ecosistémicos y muestra con orgullo la preservación de la Reserva Legal en sus propiedades. Reconocer lo que ya se está haciendo a favor del clima y la biodiversidad brasileña es el primer paso para alentarlos a hacer aún más", cree Fernanda.
Según el Código Forestal Brasileño, el productor debe asignar parte del área de vegetación nativa de la propiedad rural a la Reserva Legal (RL) o al Área de Preservación Permanente (APP), contribuyendo obligatoriamente a la conservación del medio ambiente y la mitigación del cambio climático. En el Cerrado ubicado en el área de la Amazonía Legal, el 35% es el porcentaje mínimo previsto por la ley para la preservación de la cubierta vegetal nativa de una propiedad. En el Cerrado ubicado fuera de la Amazonía Legal, el porcentaje es del 20%. "Al cumplir con este requisito, el propietario cree que ya está desempeñando su papel en la mejora del clima global o la conservación de la biodiversidad. Faltan mecanismos que transformen la conservación o restauración voluntaria de la vegetación negativa en una oportunidad de negocio atractiva para el productor", cree.
RIOS:
La investigación incluyó una serie de preguntas sobre las motivaciones para la toma de decisiones para dos escenarios posibles y distintos en propiedades de la región: áreas degradadas y/o con áreas de vegetación nativa excedente – para situaciones donde el productor ya tuviera áreas de Área de Preservación Permanente (APP) y Reserva Legal (RL) regularizadas en la propiedad.
Para el primer escenario, la gran mayoría de los productores de soja que respondieron a la pregunta –22 de ellos– declararon que recuperarían el área degradada para plantar el grano debido a los ingresos que puede generar, el deseo de aumentar el área de producción y la posibilidad de recuperar el suelo con el cultivo. Entre los ganaderos y otros productores oídos para la investigación, solo tres recuperarían el área degradada para plantar soja. La mayoría, sin embargo, -8 de ellos– recuperaría el área degradada para aumentar el tamaño del rebaño, dado que se gasta menos en la implementación de pastos que en abrir el área para la soja, o porque el aumento de la materia orgánica ayudaría en la recuperación del suelo y prepararía el suelo para un cultivo de soja en el futuro.
Solo cinco productores, entre los que cultivan soja, otros cultivos y ganaderos, restaurarían la vegetación nativa del área degradada como una alternativa ventajosa para áreas que no son aptas para la ganadería o la agricultura, por el bajo costo de la regeneración natural, por el potencial de generar ingresos con extracción de madera para uso comercial y mejora para el microclima de la propiedad rural. La investigación también señala que el productor ve ventajas comerciales en expandir la soja a áreas de vegetación nativa por el menor precio de la tierra y la mejor calidad del suelo, si se compara con áreas ya abiertas o mecanizadas. Pero, por otro lado, pesa en esta decisión la burocracia y el tiempo de espera para obtener una licencia para la supresión de la vegetación nativa.
Para el escenario con excedente de reserva legal en propiedades que ya cuentan con APP y RL, 21 de los 38 productores de soja encuestados declararon que abrirían el área para cultivar el grano debido a los ingresos que genera y la valoración de la tierra abierta en el momento de la venta. Entre las barreras enumeradas para la expansión están el alto valor de la inversión para la remoción de vegetación y preparación del suelo, la escasez de mano de obra calificada, la burocracia para obtener la licencia ambiental, el relieve de partes del terreno, con áreas en pendiente que no son aptas para el cultivo, y los posibles impactos para la comunidad local.
Entre los ganaderos y productores de otros cultivos, solo 1 de cada 19 convertiría el área preservada en un área productiva. La mayoría de ellos –10 de los 19 encuestados– conservaría voluntariamente porque muchos utilizan el área para la liberación de ganado en la estación de sequía o la tala para la subsistencia; no podrían permitirse abrir las zonas por cuestiones de dinero; el área sería muy pequeña para establecer cualquier tipo de cultivo; o ya están satisfechos con la producción actual. Algunos miembros de este grupo destacaron los beneficios de preservar la naturaleza, como la mejora del clima, la regulación de las lluvias y el bienestar animal.
MECANISMOS FINANCIEROS:
Según la encuesta, la mayoría de los productores de la región -el 73% de los productores de soja y 61% de los ganaderos- que no optan por la conservación o la restauración espontánea aceptarían una compensación financiera para conservar o restaurar voluntariamente la vegetación nativa en sus propiedades, dependiendo de algunos factores. Casi el 40 por ciento de los que aceptarían recibir un Pago por Servicio Ambiental (PSA) para restauración o conservación piensan que el valor razonable del servicio equivaldría a la ganancia anual del cultivo de soja por hectárea, mientras que el 17% aceptaría un valor equivalente al arrendamiento de la tierra. Las únicas instituciones mencionadas unánimemente por el productor de soja como fiables para negociar un acuerdo son los traders y las asociaciones agrícolas.
Entre los principales factores enumerados por los productores para aceptar un PSA para la restauración y conservación voluntaria de la vegetación nativa se encuentran los ingresos generados por el pago en relación con el costo de oportunidad de la tierra, la falta y/o baja aptitud agrícola del área en cuestión, los beneficios para la comunidad y el medio ambiente, y la capacidad financiera del pagador del servicio.
Para el IIS, los resultados indican que diferentes estrategias no financieras, basadas en evidencia de comportamiento, deben combinarse con eventuales mecanismos de pago por servicios ambientales, aumentando la rentabilidad de estos incentivos y la adhesión de los productores a programas para reducir la deforestación en el Cerrado. "Los formuladores de políticas públicas, privadas y multilaterales ahora tienen el desafío de conciliar la agenda climática global y la conservación de la biodiversidad con el desarrollo económico y social, centrándose en el protagonismo de los propietarios rurales y las comunidades tradicionales", dice Fernanda.
Reducción de los intereses bancarios, mejores condiciones de compra -desde la tierra hasta las semillas-, negociación de créditos de carbono y descuento en los insumos son algunas de las posibles soluciones para fomentar la conservación y restauración ambiental. "Escuchar al productor e involucrarlo en la práctica de pagos por servicios ambientales favorables a la conservación es fundamental para la promoción de una agricultura más sostenible y climáticamente inteligente en el siglo XXI", dice el director del Fondo, Carlos E. Quintela.
MERCADO DE CARBONO:
El mercado de carbono es una de las posibles vías de pago por servicios ambientales disponibles en el mercado. Pero todavía no hay suficientes datos para convencer al agricultor de que la agricultura baja en carbono puede generar ingresos para la propiedad rural. "Inicialmente, se necesita una mayor claridad sobre el funcionamiento del mercado de carbono para los agricultores. Muchos han oído hablar de él, tienen cierta comprensión sobre el tema, pero la gran mayoría no sabe cómo funciona ni cómo acceder a este mercado. También es importante que existan mecanismos que permitan al pequeño y mediano propietario tener acceso a este mercado, además de información que lo presente como una oportunidad de negocio ventajosa para el productor", considera Fernanda.
PRÓXIMOS PASOS:
Continuando con el proyecto, el IIS promoverá un taller para proponer soluciones y estrategias para reducir la deforestación legal en el Cerrado, con base en la evidencia de comportamiento identificada en las entrevistas con productores rurales. El evento reunirá a miembros de la cadena productiva de soja y expertos en agricultura sostenible, ciencias del comportamiento, conservación de la biodiversidad y políticas para reducir la deforestación en los sectores público, privado y del tercer sector. Las soluciones y estrategias propuestas se probarán posteriormente con los agricultores de MATOPIBA y subsidiarán la formulación de políticas públicas, privadas y multilaterales para reducir la deforestación en el bioma.